Tiempos aciagos de minorías extremistas

En estos tiempos aciagos en los que se empodera a extremistas (más allá de Podemos. Ezquerra y Bildu no hay nada más que el terror que ya nos impuso ETA) me gusta acércame a Cháves Nogales, (él vivió unos momentos en los que los extremistas practicaban el pavor de las pistolas) para descubrir en sus escritos a esos españoles que, por no marchar a los extremos, sufrieron en sus carnes la ira de los radicales.

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Y él los descubrió y nos contó sus historias en A sangre y fuego. Y gracias a ellas podemos que decir que nuestra Guerra Civil no fue una guerra entre las manidas dos Españas. No, la Guerra Civil fue una masacre promovida por grupos minoritarios extremistas, contra esa tercera España que quería llevar un jornal a su familia, ir a la escuela a buscarse un futuro y ahorrar por si venían tiempo difíciles. Pero les pusieron un fusil en las manos y les obligaron a matarse unos a otros.

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Como Daniel, ese obrero del metal que se hace de la FAI para que no le maten pero, no obstante, le echan de la fábrica pro “el delito de haber defendido su libertad”; que no tiene manera de llevar comida a su familia y que cuando, traspillado por el hambre, se acerca a un cuartel revolucionario a pedir comida, se la niegan pero le dan un fusil y se lo llevan a Somosierra para ya nunca volver.

O aquella monjita del Hospital de la Sangre de Bilbao, (según dice en el reportaje sobrina de Indalecio Prieto), que le cuenta en una carta como sus correligionarios espiaban a los heridos para que le marcasen objetivos donde luego tirar bombas y matar gentes. Ella no quería que se cometieran crímenes desde el cielo.

Chaves Nogales que no quiso formar parte del circo mediático-propagandista de los radicales fue capaz de escribir: “Los heroicos y gloriosos ejércitos que luchaban en Ciudad Universitaria estaban formados por la escoria del mundo. Basta fijar la vista en la lista de las fuerzas que los componían. Frente a la Brigada Internacional de los rojos, la Novena Bandera del Tercio Extranjero de los blancos, una y otra receptáculo de todos los criminales, aventureros y desesperados de Europa “

Posiblemente si Chávez Nogales en vez de servir a esos españoles de jornal, escuela y ahorro, se hubiera aupado a cualquier extremismo (y podía haberlo hecho sin ningún problema) no hubiese muerto pobre y solo. Es lo que tiene ser héroe en tiempos aciagos.

¿Cuántos periodistas actuales españoles serían capaces de seguir su ejemplo y bajarse del circo mediático-propagandístico de los radicales y dedicarse al servicio de los españoles? ¿Hasta cuando van a seguir formando parte de ese tinglado? ¿Cuándo van a llamar las cosas por su nombre y dejar de usar eufemismos? ¿Es que no quieren morir pobres pero honestos y prefieren llenarse los bolsillos, aunque les cueste la honra?  

Será eso.

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